Hace algunas semanas leía un artículo de Carmen Martín Gaite publicado en 1979 en Diario 16 a propósito de la lectura de "El gran Meaulnes" de Alain Fournier. Y decía, entre otras cosas, lo siguiente:
"Un poema narrativo es, efectivamente, 'El gran Meaulnes' y uno de los más bellos que he leído jamás sobre la adolescencia. Precisamente por referirse a esa edad en cuyos umbrales todo parece posible y se viven los descubrimientos de otra manera, he sentido mucho que este libro no cayera en mis manos a los quince años, como Valverde tuvo la suerte de que pasara con él. Es decir, que junto al deslumbramiento que me producía ahora -ya maleada por esquemas críticos deformantes- la lectura de 'El gran Meaulnes', me invadía una especie de nostalgia retrospectiva, como siempre que disfrutamos a destiempo una sorpresa inesperada; echaba de menos esa otra actitud más ingenua de cuando libros parecidos a éste pudieron haberme abrasado.".
Varias son, creo, las circunstancias que nos influyen en el disfrute de la lectura de un libro y, probablemente, extienda el tema en otros posts. En cierto modo, el post titulado "La literatura y el estrés" ya tenía algo que ver con este asunto de las circunstancias. Pero, al hilo del comentario de Martín Gaite, la circunstancia que traigo a colación ahora es la edad del lector.
En efecto, creo que la edad (la física y la psicológica) influye en el aprovechamiento y sobre todo en el placer que ciertas lecturas nos producen. Ya no me refiero únicamente al fenómeno obvio de la literatura infantil y juvenil, sino al hecho de que ciertas lecturas son más adecuadas para unas edades.
Creo que hay obras que difícilmente estaremos en disposición de apreciar en nuestra juventud y, por el contrario, hay libros que parece que su pleno disfrute se obtiene, precisamente, en una lectura de juventud. Tal parece ser el caso de 'El gran Meaulnes' si seguimos lo que nos indica Carmen Martín Gaite.
Entre el acervo de mis lecturas, me viene a la mente el caso de 'Edad Prohibida' de Torcuato Luca de Tena, una novela de las que más me ha impactado en toda mi vida lectora. Una novela que leí siendo un adolescente...justo en el momento en que creo que había que leerla. Cuando pienso en esta novela y en lo que recuerdo de ella (que es bastante) creo que una lectura en mi edad y circunstancias actuales no tendría el mismo impacto (salvo quizá por la menlancolía de recordar lo que significó en su momento). No es sólo que las circunstancias sociales de España hayan cambiado tanto desde entonces que, probablemente, la novela haya envejecido mál en ese sentido sino que, y sobre todo, es una historia entendible desde esa sensibilidad exaltada y descubridora de la adolescencia. Creo que, al contrario que Martín Gaite con 'El gran Meaulnes' yo la leí en el momento adecuado...y la disfruté enormemente.
Como un ejemplo en sentido contrario, recuerdo haber leído, también siendo un adoescente, casi todavía un niño, y siguiendo una fuerte recomendación, unos relatos de Ana María Matute. A pesar de que los relatos se centraban en niños y en sus travesuras, y eran, supuestamente cómicos, a mí no me arrancaron ni una sonrisa, no me interesaron en absoluto, es más, me aburrieron soberanamente. Sin embargo, recientemente he leído, "Paraíso inhabitado" de esta misma autora, un libro que también habla de la infancia, y éste sí que lo he disfrutado mucho. Y creo que es porque, los libros mencionados de Matute, a pesar de ser libros sobre la infancia, están escritos desde una perspectiva adulta y para adultos...y se disfrutan, por tanto, con más edad. Cuando hace tantos años leí por primera vez relatos de Ana María Matute, probablemente no tenía la edad adecuada y, por el contrario, cuando ahora he leído ahora "Paraíso inhabitado", sí.
La experiencia de Carmen Martín Gaite, y la mía propia, parecen confirmar que la edad es una circunstancia que influye en la capacidad de disfrute con la lectura de un libro. Lo que no sé es cómo podemos garantizar que leemos los libros adecuados con la edad adecuada.
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6 comentarios:
Por razones de edad, estoy completamente de acuerdo con Martín Gaite, y también contigo (por otras razones). Uno de mis mayores reproches para con "cierto régimen", es haberme prohibido leer ciertos libros en el momento justo y la edad adecuada. Eso me creó un vacío intelectual muy difícil de rellenar.
Qué duda cabe que, tanto la edad como el estado anímico en el momento de la lectura, influyen en el gusto por lo leído.
Yo leí "Edad prohibida" hace algunos años... Y me gustó, pero creo que lo habría disfrutado más si hubiera sido joven hace algunos años, cuando la sociedad española realmente funcionaba como en el libro.
Es que no sé... La edad influye, desde luego, pero también es importante eso, el contexto social, y más cosas... Eso es obvio, pero lo que quiero decir es que puede ser que, al leer un libro, su disfrute esté condicionado por diversas circunstancias simultáneamente.
Si, Octavio, entiendo a lo que te refieres. Yo tengo algún vacío, algunas lagunas lectoras, pero, en mi caso, creo que la responsabilidad es completamente mía :-).
A eso me refería, Adrián.
Cuando yo leí 'Edad prohibida', aunque ya España había cambiado bastante, todavía me resultaba muy reconocible (aunque fuese en el recuerdo) el ambiente que se describía, pero entiendo que para ti debe ser completamente ajeno...y claro, te llegará menos.
El recuerdo que tengo de "Edad prohibida" es muy vago. Recuerdo que la leí en un verano tórrido, en un pueblo mesetario del interior de León y me ponía de muy mala leche cómo se lo estaban pasando aquellos niños pijos en la Playa de San Sebastián. Yo, todavía no conocía el mar.
Je, je...
Yo lo leí junto al mar... a lo mejor eso también ayudó a que me impactara...
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