domingo, 27 de marzo de 2011

La lectura profunda o cuando el lector se hace libro

No es 'Superficiales', el último ensayo de Nicholas Carr, un libro sobre teoría literaria, ni siquiera sobre teoría humana. Sin embargo, en su intención de profundizar sobre el efecto que la dinámica de Internet produce sobre nuestras mentes, son frecuentes, e interesantes, las menciones y reflexiones sobre la litaratura en general y la lectura en particular.

Ya lo anticipábamos en el reciente artículo de este mismo blog '¿Internet contra la lectura?'. Sin embargo, vale la pena retomar el discurso un poco más adelante con nuevas ideas.

Sostiene Nicholas Carr, basándose en estudios sobre Neuroplasticidad, que la actividad intelectual que realizamos moldea nuestra forma de pensar, una influencia que no es sólo conceptual o metafórica, sino que tiene reflejo incluso anatómico en nuestro cerebro. Con esa base, analiza las formas fundamentales que la actividad intelectual ha ido adoptando y, en esa línea, afirma que tras la invención de la imprenta, la actividad intelectual ha estado dominada durante siglos por los libros, por la lectura, y que este hecho supuso un fuerte cambio frente a la tradición de la oralidad anterior...cambio que afectó a los cerebros y, por tanto, las formas de pensar. Así, nos lo dice:

"Ya los primeros lectores silenciosos reconocieron el notable cambio operado en su conciencia cuando se sumergían en las páginas de un libro."

Y profundiza más en la idea:

"Leer un libro sería un acto de meditación, pero no suponía un aclarado de la mente. Los lectores desatendían el flujo externo de estímulos para comprometerse más profundamente con el flujo interior de palabras, ideas y emociones.Ésta fue y sigue siendo la esencia del proceso mental único que implica la lectura profunda. Fue la tecnología del libro la que obró esa 'extraña anomalía' en nuestra historia psicológica. El cerebro del lector de libros era más que un cerebro para leer y escribir. Era un cerebro literario."

Asombra y estimula la definición: un cerebro literario.

Carr entiende que una parte importante del placer que se deriva de la lectura proviene de esa concentración profunda que se produce en la reposada lectura tradicional. Además, y en línea con los comentarios que a propósito de la neurociencia y su relación con la literatura vertíamos en el artículo titulado '¿Neuroliteratura?', y quizá por obra de las famosas neuronas espejo que ya mencionábamos en dicho artículo, los lectores se identifican con las tramas que leen y asumen en cierta medida como experiencias propias aquellas que encuentran en sus lecturas. Así nos lo cuenta Nicholas Carr:

"los lectores simulan mentalmente cada nueva situación que se encuentran en una narración. Los detalles de las acciones y sensaciones registrados en el texto se integran en el conocimiento personal de las experiencias pasadas."

Y si los lectores reproducen de alguna forma en sus mentes lo que leen, y si la actividad mental moldea nuestros cerebros, entonces está claro que la lectura no es una actividad pasiva, sino muy, muy activa:

"La lectura profunda ... no es un ejercicio pasivo. El lector se hace libro."

Hermosa y significativa forma de explicar lo que la lectura profunda supone: "el lector se hace libro".

Y, entonces ¿en qué nos convertimos si no leemos?

domingo, 20 de marzo de 2011

Las cualidades del novelista según Murakami

En 'De qué hablo cuando hablo de correr', Haruki Murakami, aparte de contarnos su experiencia con la carrera de fondo, intercala frecuentes excursos acerca de la literatura y su actividad literaria.

En uno de esos altos en el camino, reflexiona sobre las cualidades que deben adornar a un novelista. Y éstas son las tres que destaca el escritor japonés:

Talento
Una cualidad evidente, casi una premisa. Para Murakami se trata de algo inherente, un don, algo que "brota libremente, cuando quiere y en la cantidad que quiere".

Capacidad de concentración
Para Murakami, se trata de una cualidad muy importante y que sirve para potenciar el talento y que incluso puede, hasta cierto punto, suplir algunas carencias y desequilibrios del talento.

Constancia
Imprecindible para escribir una novela larga, se debe ser capaz de mantener el nivel de concentración y esfuerzo durante periodos largos de tiempo, quizá un año o dos.

Si el talento es una cualidad dada, la capacidad de concentración y la constancia son para Murakami cualidades que se pueden adquirir y desarrollar mediante entrenamiento. Además, mientras a base de esfuerzo se desarrollan la capacidad de concentración y la constancia, se puede descubir casualmente una mina oculta de talento o como lo expresa Murakami, "mientras [los escritores con talento justito] cavan a pico y pala a costa de mucho empeño y sudores, un agujero a sus pies, se topan por casualidad con esa beta de agua secreta que yacía dormida en lo más profundo del subsuelo."

Concentración, constancia, esfuerzo. Cualidades que deben adornar al novelista...y al corredor de fondo. Por eso, cuando nos habla de correr, Murakami nos habla de deporte y de experiencia personal...pero también de literatura.

domingo, 13 de marzo de 2011

¿Internet contra la lectura?

¿Conspiran Internet y las nuevas tecnologías sociales contra la literatura? ¿Es posible que los nuevos medios digitales acaben dejando obsoletos a los libros y a toda la literatura, a toda una forma de entender la cultura, la comunicación y el propio pensamiento que ha dominado el mundo desde la invención de la imprenta hacia 1440 por Gutenberg?

Sabemos, eso sí, que los soportes están cambiando. Que hoy día está al alcance de cualquiera el publicar una poesía o un microrrelato en un blog. Sabemos que los libros se pueden transformar a formato digital y ser descargados desde la red. Conocemos también el gran auge de los libros electrónicos, los eBooks y, sobre todo, la popularización de los eReaders como mecanismo de acceso al contenido literario en formato digital, en detrimento del tradicional soporte en papel.

Conocemos esos hechos, los aceptamos y, hasta, con ciertas resistencias naturales, podemos llegar a imaginar un mundo en que el soporte en papel prácticamente haya desaparecido en favor de los soportes digitales.

Pero, ¿y si lo que se estuviera transformando fuese algo más que el soporte físico? ¿y si nuestros propios cerebros se estuviesen viendo afectados por las nuevas tecnologías? ¿Y si nuestra forma de entender la cultura se estuviese reinventando? ¿Y si lo que estuviese en juego no fuese sólamente el cambio del papel por el eReader, sino que lo que estuviese en entredicho fuese la experiencia de la lectura en si? ¿Y si estuviese en peligro el concepto de libro?

Me encuentro leyendo un libro que creo puede dar mucho que hablar. Se trata de 'Superficiales' de Nicholas Carr que, por si el título no fuese suficientemente expresivo, agrega el siguiente subtítulo '¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?'.

Nicholas Carr, sobre el cual he tenido ocasión de hablar repetidamente en otro de mis blogs, 'Blue Chip' es uno de los analistas más populares, originales, polémicos e interesantes que conozco sobre el mundo de las tecnologías y su impacto en la economía y la sociedad. Pero, además, es autor de tres libros y titulado en Lengua y literatura inglesa y americana por Harvard, así que no es un personaje ajeno al mundo editorial y a la literatura.

Pues bien, así nos describe Nicholas Carr en este libro 'Superficiales' su experiencia personal con la lectura y cómo siente que su experiencia de lectura se está transformando, en apariencia de forma no positiva:

"Solía ser muy fácil que me introdujera en un libro o en un artículo largo. Mi mente quedaba atrapada en los recursos de la narrativa o los giros del argumento y pasaba horas surcando vastas extensiones de prosa. Eso ocurre pocas veces hoy. Ahora mi concentración empieza a disiparse después de una página o dos. Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo"

No es Nicholas Carr sospechoso de ser un detractor de Internet ni siquiera en relación con la actividad cultural y, de hecho, y por si quedara alguna duda, afirma un poco más adelante y de forma muy explícita:

"La Web ha sido un regalo del cielo para mi como escritor"

Hace mención a su utilidad para la documentación, para encontrar información, para el propio proceso de edición. ¿Y entonces?

La tesis de Carr parece ser que el constante uso de Internet, la forma en que a través de este medio nos llega la información, no sólo cambia usos, costumbres y soportes sino que, también, afecta de forma profunda a nuestro cerebro, a la forma misma en que concebimos la adquisición y procesamiento de información, al propio pensamiento. Así lo expresa:

"Los beneficios son reales pero tienen un precio... Y lo que parece estar haciendo la Web es debilitar mi capacidad de concentración y contemplación. Esté online o no, mi mente espera absorber información de la manera en que la distribuye la Web: en un flujo veloz de partículas."

Es cierto que Internet está más adaptado a la transmisión de mensajes cortos pero masivos, a saltar de información en información, de titular en titular, de enlace en enlace. Cierto es que los artículos en blogs suelen ser, deben ser, más cortos que los artículos de periódicos y revistas tradicionales. Cierto que las interacciones a través de redes sociales y correo electrónico suelen ser a través de textos breves...pero muy numerosos. ¿Y qué decir del fenómeno Twitter con sus cortísimos pero omnipresentes y frenéticos mensajes de no más de 140 caracteres?

Breves, numerosos y masivos, así parecen ser los contenidos de Internet. Y esta tipología de contenidos parece requerir menos atención u otra forma de atención. ¿Afecta esto a nuestros cerebros y nuestra capacidad de concentración?

La concentración. Debo reconocer que en ocasiones he sentido esa sensación de dificultad para fijar la atención en la lectura. Y hasta ahora lo había achacado a cansancio, a estrés o a simple falta de ganas... y de momento mantengo esas hipótesis.

Sin embargo, las reflexiones de Nicholas Carr suponen un toque de atención. Debo avanzar más en la lectura de tan interesante libro y saber a dónde nos conduce, si lo que parece desprenderse de estas primeras líneas es la verdadera conclusión, si es cierto que nuestras mentes se ven afectadas por Internet y si, en caso afirmativo, se avistan vacunas o el fenómeno es ya inevitable.

No quiero perder la lectura. Es un gran hobby, un gran placer, y una forma de aprender y conocer. Y me resisto a pensar que otro gran hobby, y otra gran forma de conocer, aprender y entender como son Internet y los medios sociales se encuentren en conflicto con la literatura.

De momento, una signo de esperanza: quien esto afirma, Nicholas Carr, lo hace, precisamente, a través de un libro... un libro que estoy leyendo de forma concentrada y placentera...

domingo, 6 de marzo de 2011

Una metáfora cromática

"Y sólo tengo fuerzas para regalarte mi más profundo deseo de esa madurez azul que otorga la calma."

Luis Mateo Díez
'Azul serenidad o la muerte de los seres queridos'

Ya el título del libro al que pertenece este fragmento 'Azul serenidad' del leonés Luis Mateo Díez me traía un regalo de connotaciones y afinidades y una promesa de placentera lectura, pero es que además, el capítulo once, aquel en que se desvela el sentido del título, la carta que la rememorada Sonia escribe a su tío Anton, es no sólo una delicia poética y vital, sino también una amable y feliz coincidencia de sentidos, una unidad en la metáfora cromática donde el azul adquiere sentidos y connotaciones afines entre la niña de la mirada ensoñada y misteriosa, el tío y escritor que la inmortaliza y un humilde universo azul del que este blog forma parte.