domingo, 29 de agosto de 2010

La verdad oculta en las novelas

"Cabe preguntarse qué buscan los lectores en crímenes, ruinas, catástrofes, negocios, idilios, coronaciones, éxodos, bodas, guerras y otros acontecimientos aparentemente ajenos a sus vidas. Pensemos en el lector común de novelas. ¿Qué relación tiene su vida con los entes de ficción?: la sospecha de que en ellos , por irreales que parezcan, se esconde una verdad que no podrían descubrir de otro modo."

Andrés Trapiello
'Los confines'

Otra cita, en este caso a cargo de Andrés Trapiello, se une a otras en que la literatura se ve como una busqueda, como una forma de encontrar o, al menos, procurar una verdad.

¿Es ésta una presunción de escritores y eruditos pagados de sí mismos? ¿Puede realmente una novela proporcionar algún tipo de respuesta, alguna forma de verdad?

¡La verdad! ¿Quién sabe?

Lo que sí es cierto es que, al menos, queda el intento. Al menos se pueden proponer respuestas. Al menos se pueden esbozar posibilidades. Al menos se pueden explorar alternativas.

domingo, 22 de agosto de 2010

Lectura amiga: "La prisión de los espejos" de Rafael Martín Masot

Hay literatura para leer remansado en un sillón, literatura tranquila que invita a la reflexión y el pensamiento, literatura que promueve sentimientos sutiles.

Y existe también la literatura de la que corta la respiración, literatura plena de vértigos y sorpresas, de quiebros y ansiedades.

"La prisión de los espejos" se sitúa en este segundo grupo.

Un psicólogo, Marc Vliadiu, descubre, a través de uno de sus pacientes, una compleja y peligrosa trama de poder... y decide ir contra ella.

Desde este punto de partida se desarrolla una acción vertiginosa en que van apareciendo nuevos datos y nuevos personajes, donde acechan los peligros, donde se producen muertes, donde el lector se pregunta, hasta la última página, qué es lo que realmente ocurre y qué es lo que va a suceder a continuación.

Una novela compleja en su trama, urdida y desarrollada de manera magistral y donde el autor, en medio de tanto vértigo, no pierde la oportunidad, sin embargo, de dejar pinceladas de sus grandes dotes para el análisis psicológico de personajes y para la creación de las más bellas imágenes.

"La prisión de los espejos" es literatura trepidante salpicada de sutiles sugerencias para saborear en un sillón en el que, sin embargo, no nos deja remansarnos en ningún momento.

Rafael Martín Masot es un joven granadino nacido en 1989 y que en la actualidad compagina sus estudios de Medicina (tercer curso según indica la solapa del libro) con la actividad literaria.

Publicó su primera novela "Abulagos", con solo catorce años y en ella daba una visión descarnada de la vida en el campo andaluz durante la época del franquismo. En la segunda novela, "La luna eclipsada", publicada en 2006 se adentra en la vida de una mujer desengañada. "La prisión de los espejos" constituye su tercera y última novela hasta el momento.

He conocido a Rafael a través del portal literario El Recreo donde he compartido foros y tambien algún correo electrónico que otro aunque, por desgracia, no he tenido la oportunidad de conocerle 'en vivo y en directo'.

Rafael Martín Masot fue el prologuista del libro de relatos Dejad que os cuente algo, editado por El Recreo y en el que tuve el gusto de participar.

Rafael es un escritor de una sorprendente madurez (quizá ya no tan soprendente tras publicar tres novelas), que transpira inteligencia y facilidad para jugar con las palabras y crear imágenes sugerentes. Aunque no hace mucho uso de ella en sus novelas, tiene también, en mi opinión, una gran capacidad poética. Fuera de sus novelas es ingenioso y goza con el humor, la ironía y el absurdo.

Puedes visitar virtualmente a Rafael en su página oficial.

Ficha técnica:
TITULO: La prisión de los espejos
AUTOR: Rafael Martín Masot
EDITORIAL: Ediciones Baile del Sol
AÑO: 2010
ISBN: 978-84-92528-98-1
PAGINAS: 231

domingo, 15 de agosto de 2010

Libertad y partidos

"la genuina libertad reside fuera de los partidos."

Quien esto afirma no es un conciudadano cabreado, un periodista, un tertuliano o, quizá, un sindicalista. Quien esto escribía es, nada más y nada menos, que Maksim Gorki. Y lo hacía en 1923 en una semblanza sobre Nikolai S. Leskov como parte de una recopilación de obras de este último autor.

Sin entrar a más disquisiciones, algo arriesgadas, lo que sí llama la atención es, a pesar de la distancia, y a pesar del tiempo transcurrido, lo cercana, lo familiar que resulta la afirmación del gran escritor ruso.

domingo, 8 de agosto de 2010

Una ley para la literatura de ciencia-ficción

"Todos los escritores de ciencia ficción conocen esta ley no escrita: sólo puedes romper las leyes de la física una o dos veces en cada narración. Después, lo que imperan son las leyes del mundo real."

Quien esto afirma no es un literato, sino un conocido articulista y conferenciante (y autor de algunos libros, eso sí) como es Chris Anderson quien normalmente nos habla de negocios, de globalización y de Internet.

Sin embargo, y aunque la voz pueda sonar no del todo autorizada en el campo literario, después de una consideración algo más detenida diría que tiene razón. Supongo que hasta la fantasía y la ciencia ficción precisan de una cierta verosimilitud.

Se necesita romper en algún momento las leyes de la física para crear situaciones más interesantes y futuristas, pero si se abusa de ello probablemente el efecto sea negativo: una sensación de frivolidad, de sinsentido, quizá de infantilidad o locura.

Tal vez, si se ignora esta ley, los famosos mundos posibles de la teoría de la ficción, se convierten en mundos imposibles... y tampoco se trata de eso.

domingo, 1 de agosto de 2010

Disposición de ánimo para la escritura

Propablemente cada escritor sea un mundo. Probablemente, las necesidades de concentración y de inspiración sean diferentes. Pero lo que sí imagino es que cada escritor necesita un contexto y una disposición de ánimo que considera adecuada para la escritura.

Así describe Julian Barnes su propio caso:

"Los lápices adecuados, los rotuladores, los bolígrafos, los cuadernos, el papel, la máquina de escribir: necesidades que son también los correlatos del estado de ánimo idóneo. Para crearlo se aparta de todo lo que podría incidir nocivamente, estrechando el foco de atención hasta que sólo queda lo importante: el lector, yo, el mundo y el libro, y cómo conseguir que sea lo mejor posible."

Probablemente, como decía, cada escritor tenga unas necesidades, pero con independencia del contexto físico (no creo que un escritor actual se rodee de muchos cuadernos y lápices, sino, más bien, de un ordenador), sí imagino que un factor común debe ser un cierto distanciamiento del mundo exterior, una concentración de la mente y el ánimo en lo que se escribe.

No me imagino el acto de la escritura sin ese distanciamiento, sin esa concentración.

Algo que suena, por cierto, muy placentero.