Marcos Giralt Torrente, en su libro 'Tiempo de vida' nos ofrece, aparte de un descarnado recorrido por la conflictiva relación con su padre, alguna interesante reflexión, algún apunte o insinuación de temas sobre los que interesa pensar.
Así, por ejemplo, al recordar la relación entre él, escritor, y su padre, pintor, Marcos compara también, de alguna manera, las vocaciones pictórica y la literaria. Apunta a que, quizá, si no hubiese sido por ese conflicto con el padre, la inclinación artística natural del propio Marcos Giralt Torrente podría haber sido la pintura, más que la literatura.
Y esto me lleva a preguntarme hasta qué punto existe un nexo común, una raíz compartida, entre las diferentes artes o vocaciones artísticas: literatura, pintura, escultura o, incluso, cine.
Desde luego, los medios y las técnicas se encuentran alejados y, por ello, son superficialmente distantes. Sin embargo, puede que lata en todas ellas un sustrato común que entronque tanto con la necesidad de comunicar, de transmitir ideas y emociones, como con la de intentar comprenderse a uno mismo y al mundo, y ante la imposibilidad de enfrentar este análisis mediante técnicas científicas o racionales, el recurso a mecanismos más intuitivos, más evanescentes e, incluso, más emocionales, como son los que ofrecen las diferentes artes.
En ese sentido, la vocación artística podría ser común y lo que cambiaría, el arte concreta elegida, podría tener que ver con el contexto, el aprendizaje, el dominio de una técnica o una preferencia de naturaleza relativamente superficial, más que con las motivaciones profundas.
Eso explicaría, además, el caso de los artistas que han desarrollado diferentes manifestaciones, pintura y escultura, por ejemplo.
Puede, por tanto, y lo apunto como una simple hipótesis, que las diferentes artes se interconecten entre sí, que sean una suerte de vasos comunicantes con conductos emocionales que unen la necesidad de expresión y el análisis de la realidad.
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