En su libro 'Tiempo de vida', un libro muy íntimo, con mucho de autobiografía y casi, casi de confesión, el autor Marcos Giralt Torrente, recuerda un consejo recibido al inicio de su carrera como escritor, un consejo que en principio siguió:
"Había leído, o alguien me había advertido, un escritor, quizá mi propio abuelo materno, que no es recomendable en las primeras obras retratarse mediante la escritura, que obtura la imaginación y crea vicios difíciles de reparar".
Creo que es una tentación habitual, especialmente en autores noveles, el recurso a la autobiografía, a la propia experiencia. Tal vez se trate de expresar lo que se lleva dentro, o tal vez falta de imaginación para idear nuevos mundos e historias.
No tengo un juicio claro acerca de si esa tentación es un defecto o no. Sí que pienso que para expresar lo más íntimo, lo más profundo, lo más de uno mismo, para lo que, de alguna manera, debería ser la obra cumbre del escritor, quizá resultase conveniente una mayor madurez y experiencia, madurez que no parece pueda alcanzarse en una ópera prima. Este argumento podría desaconsejar recurrir a lo autobiográfico en una primer libro.
El consejo que dan a Giralt Torrente, por su parte, parece tener que ver más bien con evitar vicios y con no atrofiar la imaginación.
Sea como fuere, y aunque no los considero juicios firmes, ni argumentos del todo sólidos, ambas visiones parecen desaconsejar, por inoportuno, el uso de material de la propia experiencia en las primeras obras de ficción a la espera de mejores momentos.
¿Se tratará esto de un criterio generalizable para todo escritor?
domingo, 7 de noviembre de 2010
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