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Ismael leía como quien se embriaga. Salía de sus lecturas con la cabeza llena de fuego, enajenado, aturdido, como si de repente acabase de despertarse de algún sueño."
Irène Némirovsky
'Un niño prodigio'
Busco, con mediano éxito, alguna descripción de la sensación que queda tras una lectura profunda, una de esas en que uno se confunde con la historia que lee, se integra en ella, se enajena, se disuelve...y luego despierta con el dulce aturdimiento que supone el retorno a la realidad inmediata. La forma en que lee Ismael, el personaje de Némirovsky, y la manera en que ésta lo describe, se acercan a esa descripción de la magia que deseo encontrar.
Caliente, caliente...pero aún exploro en busca una descripción más certera.
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