En artículos anteriores de este mismo blog, ver 'El lenguaje visto como un sistema complejo (I): una explosión combinatoria' y 'La aterradora combinatoria de los sonetos', hemos jugado con la aplicación de ideas procedentes de la combinatoria para deducir que, si acotamos a un máximo de palabras (por grande que éste pueda ser) la extensión de una obra literaria, existe un número finito posible de obras literarias en un idioma dado.
Y si el número es finito, todas las obras literarias del mundo, e incluso las obras no literarias, o los textos sin sentido, se pueden obtener mediante la recombinación aleatoria de palabras y signos. Mediante esa recombinación aleatoria obtendríamos trillones y trillones de textos sin sentido pero, de vez en cuando, como una perla, como un milagro de la combinatoria, aparecerían 'El Quijote' o 'Romeo y Julieta'.
La idea puede resultar estimulante o inquietante pero, en cualquier caso, produce asombro y un cierto vértigo.
Apoyándome en un capítulo del libro 'El pensador intruso' de Jorge Wagensberg quisiera aportar una imagen que no cambia, pero si aporta fuerza y vértigo al concepto combinatorio.
La imagen que nos aporta Wagensberg es la siguiente:
El número pi es un número irracional, un número que aunque comienza por el bien conocido 3,141592, extiende sus decimales hasta el infinito y en una secuencia no regular. Eso quiere decir que, entre sus infinitos decimales, podemos encontrar cualquier secuencia posible de dígitos, de la longitud que sea y en el orden que sea. Cualquier combinación existe entre los decimales del número pi.
Si ahora codificamos todos los signos linguísticos, todas las letras y signos de puntuación, como números diferentes (una combinación de dos dígitos sería suficiente para codificar, del 0 al 99 hasta 100 signos), convertiríamos los decimales del número pi en una secuencia de letras y signos... una secuencia de letras y signos donde todas las combinaciones son posibles, donde todas las combinaciones existen...
En algún punto de los decimales de pi, ahora reconvertidos en letras y signos, se encuentran todas las palabras, se encuentran todas las combinaciones de palabras, se encuentran refranes, se encuentran poesías, se encuentran relatos, se encuentran novelas...
¿No es un pensamiento sorprendente?
Todo el pensamiento, toda la ciencia, toda la literatura... todo en el número pi.
Sencillamente, asombroso.