No es Jaron Lanier un escritor en el sentido literario del término... aunque escribe libros. Pero su foco es la tecnología y la influencia en la sociedad, no la ficción, no la novela, el teatro o la poesía..
No obstante, tanto en la apertura como en el cierre de su última obra, 'Who owns the future?' hace dos comentarios que creo son aplicables al ámbito de la literatura.
El concepto que me llamo la atención en la apertura de su libro, y que ocupa este primer post de una serie de dos, es el de considerar al lector como un héroe. Ésta es la frase en concreto:
The very action of reading makes you the hero of the story I am telling.
Debo advertir que el sentido que probablemente le da Lanier es algo distinto al que un aficionado a la literatura, sin contexto, pueda interpretar. El libro de Lanier en que esta frase se enmarca analiza en muchos sentidos el impacto de lo digital en la sociedad, y uno de esos impactos es que las personas se acostumbran a obtener lo digital, muy especialmente los bienes culturales como pueden ser la música o los libros, de forma gratuita, en algunos casos mediante descargas o copias ilegales. Lanier propondrá un esquema de micropagos para los autores que no vaya en contra de un bajo precio para los consumidores finales. En ese sentido, el hecho de que un lector haya pagado, lo convierte en protagonista, en héroe, del modelo que Lanier propone.
No obstante, creo que se puede ir más allá y extender más allá lo heroico del lector, abarcar otros aspectos, quizá ser algo más romántico.
¿No debe el escritor agradecer al lector que dedique su tiempo a leer la historia que el escritor ha producido? ¿No es un reconocimiento al escritor y su valía o, al menos, una oportunidad que el lector concede al escritor? ¿No es una suerte de regalo? Y, si además, el lector ha pagado, quizá no poco, por la obra que tiene en las manos... ¡Cuánto debe entonces el escritor al lector!
Tampoco nos confundamos. Existe un intercambio. El escritor ofrece su talento, sus ideas, su esfuerzo, su tiempo...
Pero a los escritores ya los admiramos.
¿Deben los escritores admirar a los lectores?
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