Hace unos días leía una recomendación para escritores, supongo que noveles, formulada por Silvia Adela Kohan, en la línea de la necesidad de corregir el texto de una novela de forma que éste fuese, de alguna manera, coherente, el material pertinente, el conjunto equilibrado.
Decía esta escritora:
Cuando escribes un episodio ingenioso, una frase muy lograda, una atractiva situación entre dos personajes, pero que no encajan en el conjunto, que entorpecen o desvían la lectura, debes eliminarlos sin contemplaciones.
Me dejó pensativo. No podía dejar de darle la razón claro. Pero luego pensaba en lo que eso significa en la práctica, en aplicar esa norma, ese consejo, seguramente bueno, en tu propio texto, en tu creación, en el fruto de tu esfuerzo e imaginación. Y al reflexionar en lo duro que puede resultar esa extirpación de material innecesario, la mente se me iba hacia algo que estoy escribiendo y que intuyo que va a tener que pasar por ese proceso de depuración y destilado.
Siento que esa labor de refinado debe ser dura y costosa, un puntito triste, un tanto traumática, que es una especie de cirugía con dolor...y aterra casi tanto como la cirugía real.
(publicado en blog.com.es el 14-Abril-2008)
domingo, 26 de octubre de 2008
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