Este gavilán, que despliega sus alas en los cielos del ciberespacio, es un ave de extrañas costumbres.
Se le suele encontrar, semioculto entre rocas de germanio y silicio donde monta nidos en los cuales, el observador poco avispado, solo observará una estructura hecha con ramas de coaxial y fibra. Pero los que, por curiosidad, o impelidos por las circunstancias, se atrevan a asomarse al interior del nido, verán un acolchado relleno de papel escrito y, rebuscando, aparecerán semiescondidos, pequeños trocitos de turquesa y zafiro que nuestra rapaz atesora, más corneja que águila, como fruto de algunos de sus vuelos más elevados y atrevidos.
Este gavilán que despliega sus alas en los cielos del ciberespacio, se encuentra cómodo y caliente en su nido y con sus polluelos, pero también aúna el alma de cazador con la de gaviota y a veces necesita volar libre por el cielo azul. Y cuando lo hace no teme a la altura ni a mirar al sol de frente y gusta de perderse por los cielos de bosques y de desafiar su naturaleza sobrevolando el mar bravío.
Si alguna vez encuentras su nido, no te contentes con las ramas, explora y rebusca hasta que encuentres el alma del gavilán, el mar recogido en una piedra, el premio de un zafiro.
(publicado en blog.com.es el 6-Abril-2008)
domingo, 26 de octubre de 2008
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