Tenía tanto libro en papel esperando ser leído, y la inercia de seguir comprando por impulso en las librerías tradicionales aquellos libros que me llamaban la atención era tan fuerte que, a pesar de disponer ya desde hace tiempo de un e-reader (un modesto pero apañado Kindle, en la parte más baja de su gama), y a pesar de que, por otros motivos, tenía un gran interés en experimentar de primera mano cómo es eso del libro electrónico, la lectura de e-books ha sido una experiencia que se había ido retrasando.
Ahora que ya he leído algunos libros en este nuevo medio, ahora que, incluso, ya empiezo a tener una lista de libros electrónicos esperando a ser leídos, quisiera hacer una anotación de sensaciones, una suerte de comparativa, personal y nada científica, acerca de las diferencias, los pros y los contras, que encuentro en una y otra experiencia lectora.
Conviene anotar que, todavía, los libros electrónicos que he leído caerían dentro de la categoría de no ficción (libros sobre management, habilidades y gestión de la tecnología), pero aún no me he lanzado a leer novelas, y mucho menos poesía, por este medio. Calculo que la lectura propiamente literaria en libro electrónico me podría ofrecer facetas nuevas a valorar.
Advertido esto ¿qué diferencias observo?
LO BUENO
Una característica muy propia del libro electrónico, y que he valorado muy positivamente, es su carácter de hipertexto, de libro extendido, la posibilidad de acceder desde el propio libro a otras informaciones. En el caso de mi modesto Kindle, y a pesar de que ni siquiera le funciona adecuadamente la conectividad WiFi, lo que más me ha ayudado, y dado que he leído libros en Inglés, es la integración con un diccionario de forma que, con sólo situar el cursor al lado de una palabra, me proporciona inmediatamente su entrada en el diccionario.
Bastante ligado a lo anterior está la posibilidad de interacción, compartición y colaboración con otros. Así, y aunque yo no he podido utilizarlo por los problemas de conectividad ya mencionados, podría eventualmente compartir de forma inmediata citas en Twitter. Yo no le he utilizado, insisto, pero si he detectado a personas que sigo en Twitter que sí han utilizado esta capacidad.... y creo que tiene su gracia y su interés.
Otras capacidades típicamente electrónicas, como buscar una palabra o una frase dentro todo un libro, son algunas de las grandes ventajas del libro electrónico.
... y el espacio... o la no necesidad de espacio. Ahora que tengo mi hogar repleto de libros, que cada nuevo libro físico que adquiero constituye un problema a la hora de encontrarle acomodo en alguna estantería, el comenzar la andadura por los libros electrónicos es un evidente alivio y una promesa de 'escalabilidad'.
LO NO TAN BUENO
Pero existen algunos aspectos en los que creo que, sinceramente, el papel gana a lo electrónico.
Algo muy personal que siento he perdido con el libro electrónico (o no he sabido traducirlo al nuevo medio) es lo que yo llamaría la exploración. Me refiero a esa visualización rápida de un libro (la portada, la contraportada, las solapas, el índice, la propia longitud del libro, y, sobre todo, la exploración mediante ojeo rápido del contenido). Una exploración que utilizo antes de adquirir un libro pero también a veces, al inicio de su lectura o, incluso, en algún momento intermedio.
Otra pérdida, que enlaza con la de la exploración a mitad de la lectura, es el contexto. Me explico. Especialmente cuando se trata no de ficción, sino de tratados más o menos complejos, me suele resultar conveniente de vez en cuando echar la vista atrás, recordar la estructura del discurso (que me suele proporcionar un vistazo al índice) y el repaso un poco de lo tratado hasta el momento (que recupero mediante un ojeo más o menos rápido). Ese repaso de contexto lo considero muy importante para cierto tipo de lecturas y sé como hacerlo de forma rápida y cómoda en un libro en papel...pero no he encontrado cómo hacerlo en mi Kindle.
De nuevo, muy relacionado con el ojeo rápido, he echado en falta la búsqueda de recuerdos a medias. Me explico de nuevo. A veces recuerdo vagamente una frase o una explicación y quiero volver a localizarla. En el libro en papel la memoria fotográfica me ayuda. Más o menos recuerdo por dónde estaba, si lo vi en página par o impar y si estaba hacia la parte superior o inferior de la página. Con eso, suelo encontrar con relativa facilidad esa frase, explicación o cita que solo recuerdo vagamente. Pero no sé cómo traducir eso a un libro electrónico. Las capacidades de búsqueda concreta, de una palabra o una frase concretas, son mucho mayores en el libro electrónico que en el papel...pero en lo que a la búsqueda vaga se refiere... es diferente. Ahí no veo que el libro electrónico tenga mucho que ofrecerme, al menos en lo que yo conozco y he experimentado.
SENSUALIDAD Y EXPERIENCIA DE LECTURA
Creo que alrededor de la experiencia de lectura, en torno a lo que es la centralidad de la actividad lectora, la captación del mensaje, información, historia o sentimiento y, eventualmente, la belleza, calidad o eficacia de la expresión, existen elementos anejos, no estrictamente literarios, que conforman la experiencia del amante de la lectura.
Se inicia en la propia búsqueda y compra. Puede resultar muy agradable el perderse en librerías, el curiosear entre los volúmenes, el sorprenderse con hallazgos, el explorar libros o el recibir el consejo de los cada vez menos frecuentes libreros eruditos, amantes y conocedores de la literatura...experiencias todas ellas muy ligadas al libro impreso. Frente a esta experiencia, tenemos la eficacia, la rapidez, la sencillez de la adquisición de un libro electrónico. Sin que se entienda como propaganda, debo decir que la sencillez de comprar un libro electrónico para Kindle en Amazon es sencillamente espectacular. Probablemente está pendiente aún de fuerte evolución y redefinición el papel de las librerías frente al libro electrónico, evolución que puede ir desde su total desaparición hasta su conversión en sitios 'de experiencia', lugares donde más que adquirir el libro electrónico (que evidentemente será posible) se puedan recibir consejos de lectores expertos, charlas con otros lectores, tomar un café o tener acceso a otras experiencias multimedia (vídeo, música, noticias...)
Existe otra experiencia más ligada a la propia lectura que tiene un algo de sensual: el tacto del libro en las manos, su peso, las diferentes texturas que ofrecen las hojas... Debo confesar que al menos en mi caso hay un placer en el propio hecho de tener un libro en las manos, especialmente en libros con edición cuidada y acertada. El libro electrónico pierde este tipo de sensualidad...pero tiene la suya propia. Los e-readers, en mi caso un Kindle, son aparatos atractivos, muy cuidados en cuanto a interfaz, en cuanto a peso, en cuanto a aspecto. Debo confesar que, al igual que hace años cuando tuve mi primer PC estaba cautivado hasta casi el enamoramiento de su aspecto y del tacto y repiquetear de su teclado, ahora con mi Kindle siento de nuevo el placer sensual de tener tan mimado y bien diseñado equipo en mis manos, sentir su volumen y su peso, notar la suavidad con que se pasan las páginas pulsando sus teclitas laterales...
No puedo decir si una experiencia es mejor que la otra...pero son diferentes. Y aunque no constituyen el foco de la actividad lectora, contribuyen a la experiencia lectora como un todo.
Epílogo
El tiempo pasa y la sociedad y las tecnologías evolucionan. Creo que al final el libro electrónico, probablemente un libro electrónico diferente al que hoy conocemos, acabará desplazando al libro en papel, aunque también creo que eso sucederá lentamente y habrá un largo periodo de convivencia entre el papel y lo electrónico, periodo que ya estamos en realidad iniciando.
En esa evolución, inevitablemente, perderemos algo, algo que para aquellas generaciones que amaron el libro en papel constituirá una pérdida dolorosa e irreparable, pero una pérdida que las nuevas generaciones, nativos digitales que apenas hayan conocido la lectura de libros impresos, ni siquiera advertirán. A cambio, habrá nuevas posibilidades, nuevas capacidades y experiencias que enriquecerán la experiencia lectora de las nuevas generaciones.
Al final, siempre nos quedarán las palabras, su mensaje y su belleza, y también, y con ellas como vehículo, el conocimiento, la conciencia y el espíritu de quien las escribió.
Y eso es lo que verdaderamente importa ¿no?