Hace ya algo más de dos años publiqué en este blog algunos artículos que tenían como elemento común el papel terapéutico de la literatura.
El primero de ellos, 'El bisturí', nacía de una frase de Juan José Millás mientras que otro, titulado explícitamente 'Más terapia literaria', se recreaba en un poema de Carlos Marzal. Y no fueron los únicos artículos que atacaban ese tema. Otros, como los titulados 'Renuncia' o 'Lo sombrío' rozaban la misma problemática.
En todos ellos, el factor común, el hilo conductor, era esa capacidad de sanación, de abrir y cerrar heridas, de cauterizarlas, que posee la literatura.
Ese papel terapéutico de la literatura, que perciben escritor y lector, pudiera tener una base científica y, en concreto, neurológica.
En la fase final del libro 'Y el cerebro creó al hombre', Antonio Damasio explora la forma en que pudo nacer la conciencia en el ser humano y, en su parte final, el autor llega al momento del nacimiento de las artes y su motivación.
Al igual que con otros elementos de la conciencia, Damasio percibe una función homeostática, es decir, de regulación y conservación de la propia vida. Dado que para el científico portugués la conciencia está íntimamente ligada al cuerpo que habita y que le da soporte físico, dado que las emociones tienen su origen y correlato en lo físico, y dado que la recreación de emociones se transmite a esa sensación física, una actividad como son las artes, productoras de placer, podrían tener un efecto beneficioso para la propia vida y, en palabras del propio Damasio "ayudaron a la comunicación y a compensar los desequilibrios emocionales que el miedo, la ira, el deseo y el pesar podían causar".
Damasio resume así ese carácter terapéutico:
"No es que las artes fuesen una compensación completa o adecuada para el sufrimiento humano, para la felicidad inalcanzada, para la inocencia perdida; pero aún así fueron y son una cierta compensación, un contrapeso para las calamidades humanas. Las artes son uno de los extraordinarios dones que la conciencia ha concedido a los seres humanos."
Quizá, el identificar una posible báse científica y neurológica al poder terapéutico de las artes y la literatura pueda parecer que le reste al fenómeno algo de encanto y misterio... aunque cierto es que nada de su poder.
Pero quizá, en cierto sentido, incluso puede resultar tranquilizador. Al fin y al cabo, si Damasio está en lo cierto, esa capacidad terapéutica de las artes y la literatura no es una ilusión, una fantasía, sino una realidad, una afortunada y fascinante realidad.
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