No es Seth Godin un crítico de literatura, ni un linguista, ni un semiólogo. No es tampoco escritor o crítico de arte. Aunque sus obras son de una clasificación en ocasiones algo dudosa, se le suele adscribir al terreno del Marketing.
Sin embargo, en una de sus últimas obras, '¿Eres imprescindible?' nos habla con frecuencia del arte.
Es cierto que el arte a que se refiere Seth Godin en ese libro va mas allá de lo que normalmente entendemos por tal. No incluye en el término sólo las artes tradicionales, la literatura, la pintura, la escultura... Godin es capaz de ver arte en una atención a cliente excelente o en un magnífico plan de negocios.
Aún así, sus observaciones sobre el arte son agudas, provocadoras, y pueden conducir a interesantes reflexiones acerca del arte en su acepción más tradicional.
Una de las frases que más me ha llamado la atención es la siguiente:
"El arte es un don personal que transforma al receptor"
En más de una ocasión he asistido a debates y razonamientos acerca de la naturaleza del arte.
Una de las más tradicionales es la que pone el arte en conexión con la belleza. Según esto, las artes serían disciplinas dedicadas a crear belleza. Con independencia de lo subjetivo que ese término belleza es en sí mismo, nos encontraríamos en situaciones difíciles de justificar o de encajar. ¿No hay muchas obras de arte que, a pesar de su mérito, difícilmente podríamos calificar como bellas? ¿Qué decir, por ejemplo, de muchas de las obras de Goya encuadradas en sus pinturas negras como ese estremecedor 'Saturno devorando a su hijo' o, ya en el campo de la literatura, de algunos de los poemas de Baudelaire?
Quizá, más amplia y abarcadora que la mera limitación a la creación de belleza, sea esa otra concepción que pone el arte en relación con una actitud de comunicación de ideas o emociones. En esa línea de encuentra la definición que podemos encontrar, sin ir más lejos, en la Wikipedia.
El entendimiento de lo que es el arte para Seth Godin va, creo, una paso más allá. No se trata sólo de transmitir ideas o emociones sino también, y sobre todo, de transformar de alguna forma al receptor. La inducción de emociones, la transmisión de ideas, son una cierta forma, es verdad, de transformación del receptor. Pero la transformación del receptor a la que alude Godin es más amplia. Podría abarcar también el cambio de la forma de pensar del interlocutor, el impulso a la acción en el mismo, la transformación tanto interna como externa del receptor.
Hay otra parte en la definición propuesta por Godin que parece pasar más inadvertida. Se trata de esa característica de don personal con que se inicia la definición.
Quiza a primera vista esta parte de la definición sea más fácil de admitir y hasta de sobreentender. Adjudicamos al artista una cierta característica personal y distintiva, una cierta peculiaridad, llamémosla genialidad, inspiración o de cualquier otra forma en esa línea. No es contraria la definición de Godin a esa forma de entender el don pero creo que, de nuevo, Godin nos habla de algo más. Es necesario situar la definición en el contexto del libro para entenderla en toda su amplitud pero, en cualquier caso, creo que para Godin ese 'don' no es algo estático y pasivo de que goza el artista a modo de regalo del cielo o la naturaleza. Este don artístico a que alude Godin tiene también mucho que ver con la voluntad, con el empuje, con la decisión.
El emisor transforma al receptor porque puede hacerlo, sí, pero sobre todo porque quiere hacerlo. Es un acto de voluntad, no una mera gracia recibida.
Eso es arte, para Godin: talento si, pero sobre todo transformación, acción, voluntad, decisión, valentía...
Entendido de esta forma, se comprende mejor que Godin ve arte en muchas otras manifestaciones humanas que poco tienen que ver con las artes tradicionales.
Allí donde hay un talento en acción, allí donde ese talento, ese don, mejora el mundo que le rodea, allí hay arte.
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2 comentarios:
LLevo muchos años leyendo a Seth Godin, y ciertamente han cambiado mi forma de entender el arte y la belleza, y de paso el mundo de los negocios, que ha pasado de ser un muy egoísta y avaricioso a un espacio en donde cada uno comparte su arte, ya sea componiendo, escribiendo, pintando, vendiendo un producto o dando un servicio de primera clase.
Hola Pablo y gracias por tu comentario.
De Godin yo he leído, de momento, 'Tribus' y aquí estoy a medias de '¿Eres imprescindible?'.
No perdonaré tampoco, aunque no sé cuándo, la lectura de 'La vaca púrpura'.
Godin es un personaje curioso: original, provocativo, directo...
La verdad es que sus lecturas siempre dan qué pensar.
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