sábado, 24 de julio de 2010

Una actitud posible ante la crítica

No me he visto nunca en la situación de ser objeto de una crítica literaria, al menos no una crítica profesional, pero imagino que las críticas negativas deben ser difíciles de digerir.

Me imagino que debe doler, por más que se tenga un talante deportivo y abierto, ver menospreciada de alguna manera una obra propia, algo a lo que se ha dedicado tiempo, esfuerzo y, probablemente, cariño.

Para esos momentos difíciles puede ser una buena idea tener en cuenta la siguiente frase de Sibelius:

"Recuerda siempre que en ninguna ciudad de Europa han erigido una estatua a un crítico."

El crítico se encuentra en una situación de seguridad y, hasta cierto punto, de superioridad respecto al escritor.

Pero no hay que olvidar que el arte, caso de producirse, no es mérito del crítico sino del escritor y la gloria, si llega, también.

4 comentarios:

Maribel Romero dijo...

Pues no es mala frase la de Sibelius, y la última de igrgavilan tampoco. Yo creo que se lo debe uno tomar con toda la filosofía del mundo. Sacar lo positivo de la crítica e ignorar lo puramente ofensivo y sin criterio profesional (hay muy mala leche gratuita).
Feliz semana.

Ignacio G.R: Gavilán dijo...

Gracias, Maribel.

Me alegro de que tambien me te guste mi frase :-) aunque creo que la de Sibelius tiene más 'pimienta'.

En el fondo es una ayuda, en forma de ironía (aunque muy real), para mantener esa visión filosófica y algo distanciada que indicas.

Jésvel dijo...

No sé quién lo dijo; pero era algo así como

"El crítico es un artista frustrado".

Ni tanto ni tan calvo... hacer una crítica debe de ser muy difícil, como bien dices es el tiempo, el esfuerzo, la dedicación y el cariño de alguien...

Yo, en su momento, me limité a dar mi opinión "de a pie" de algún libro en El Recreo y, la verdad, el autor no lo suele llevar muy bien... Claro que yo llevaba su reacción bastante mal...

Ignacio G.R: Gavilán dijo...

Gracias, Jesús.

La verdad es que la crítica, para que sea fructífera (y lo puede ser) impone una gran equilibrio intelectual y emocional tanto por parte del crítico como del criticado.

Por un lado, exige criterio y conocimientos al crítico, pero también exige a las dos partes un cierto talante deportivo, de juego limpio, de saber ganar y perder y sobre todo, sobre todo, respecto 'al contrario'.