sábado, 21 de noviembre de 2009

La literatura y el estrés

Una de los placeres que conlleva para mi la literatura es esa cierta desconexión del mundo real para dejarse llevar a un mundo diferente, a otros historias, otras sensaciones y otros sentimientos, ese volar con el espíritu libre hacia una experiencias, ficticias muchas veces, pero posibles. Es una actividad en parte lúdica, en parte espiritual, pero siempre con tendencia a elevarnos y trascender, en cierto modo, las ataduras de nuestras circunstancias y nuestro día a día.

El estrés, esa temible pandemia de los siglos XX y XXI en el Occidente del supuesto bienestar, es, por otro lado, una fuerza que ata y comprime a la tarea necesaria y urgente, que reduce, que ancla, que encoge nuestro ánimo, nuestro espíritu, nuestra creatividad, nuestra capacidad de volar.

Para mi, últimamente muy sufridor de la pandemia, ha habido épocas en que he sentido de una forma casi física, cómo la lectura actuaba de válvula de escape, he sentido como se reducía la tensión, como se liberaba la mente al leer un poema. He vivido la reducción de revoluciones que suponía tumbarse en la cama a leer una buena novela en el inicio de un prometedor fin de semana.

Sin embargo, últimamente la enfermedad se ha agudizado tanto que ya no siempre responde al tratamiento. A veces, la sensación de estrés es tan aguda que la mente se niega a fijarse en lo leido, y mucho menos a escribir y crear. Se escapa al inframundo de la tensión y los problemas incapaz de volar por cielos azules.

A lo mejor, si la enfermedad se ha agudizado, el diagnóstico no es que el tratamiento haya fallado. A lo mejor, contra el estrés, lo que debo hacer es aumentar la dosis de literatura.

6 comentarios:

Adri Phaustho dijo...

La literatura no es el único escape. Hay muchas otras que sientan muy bien para relajarse. Sé que eres deportista aficionado, así que prueba, en esos ataques de estrés, a irte a correr y darte una buena ducha/baño al volver a casa; después de eso, seguro que estás más relajado y no te agobias por no poder concentrarte en la lectura.

=)

Ignacio G.R: Gavilán dijo...

Si, en efecto, la literatura no es la única vía de escape (lo que pasa es que este blog va d eeso :-) ). El deporte es un gran aliviador de tensión. También los viajes, el cine...y lo mejor: las vacaciones :-)

Maribel Romero dijo...

No creas, a veces también es necesaria una cierta desintoxicación literaria. En mi opinión no te conviene aumentar la dosis sino reducirla sabiamente. El estrés, en ocasiones, lo genera esa obsesión por la lectura. A mí me ha ocurrido.
Salud.

Ignacio G.R: Gavilán dijo...

No se me había ocurrido pensar como tal en estrés generado por obsesión por la lectura aunque es cierto que a veces quisieras leer tantas cosas que eso puede crear una cierta ansiedad.

En el inicio de un libro de Martin Gaite que estoy leyendo, ella sí que se señalaba que, en una época en que publicaba en un periódico un comentario semanal, esa obligación de leer y comentar un libro semanalmente le generaba una cierta tensión.

De todas formas, la naturaleza de mi estrés actual, en lo que a su origen se refiere, nada tiene que ver con la literatura. ¡ Ya quisiera ! :-)

@scen dijo...

Estoy totalmente de acuerdo. A veces estoy leyendo un libro y al cabo de un rato me doy cuenta de que he leído un buen número de líneas mientras pensaba en otra cosa y no me he enterado de nada de lo leído. Y desde luego mis pensamientos volaban lejos de mi lectura, hacia temas mucho más mundanos y problemas por resolver del día a día.
Leer no me genera estres. Si acaso el no poder leer sin desconectar del todo.
Un beso.

Ignacio G.R: Gavilán dijo...

Veo que coincidimos, @ascen