lunes, 12 de octubre de 2009

Lo sombrío

Repaso mentalmente el contenido de mis últimas lecturas, hago censo de títulos y me encuentro cosas como 'Desgracia', 'Los espectros' o 'La música del hambre'. Existe un predominio acusado de lo sombrío, de lo desgraciado, de lo terrible. Ni es mi carácter ni siempre la temática es la misma, pero es cierto que en mis lecturas, puede que en la literatura en general, abunda ese tratamiento de los lados oscuros de la existencia: la soledad, la muerte, la miseria, la locura.

Siempre me ha llamado la atención el hecho de que parezca más literario el lado triste y sombrío de la humanidad que su lado alegre, optimista y enérgico.

¿ Por qué ? No lo sé. Quizá porque toda historia necesita un conflicto que resolver y los conflictos suelen surgir de entre lo sombrío, o quizá porque, como nos sugería Juan José Millás este verano, la literatura actúa a modo de bisturí, abriendo y cauterizando heridas. Tal vez, siguiendo el símil médico, la lectura sombría actúa a modo de mecanismo preventivo, ayudando a reconocer los síntomas y a evitarlos, vacunando contra la devastación.

A lo mejor es todo más sencillo y, simplemente, y mientras se limite a las páginas de un libro, la sombra sea bella...

9 comentarios:

Octavio dijo...

Tal vez sea un poco largo, pero he encontrado este artículo que quizá responda a tu pregunta:

"Tristeza y literatura.

Hace algunos días leí unas palabras, una sentencia, una conclusión: la alegría no nos necesita, la autora de dicha frase, me pareció, resumía en cinco palabras todo un largo camino de comprensión del por qué de la literatura. Por extraño que parezca, en esas cinco palabras se esconde toda una verdad inobjetable. No aceptarla, no lidiar con ella por lo menos, nos deja al margen de la realidad, del mundo, del destino, de una mejor comprensión de la vida. Cuando Marguerite Duras escribe eso, nos quiere sin duda, decir muchas cosas. Pero precisamente, creo - como era su costumbre-, nos da las palabras necesarias, las justas, para entrar a un sentido todavía mas profundo y complejo, aquel que nos explique el por qué se escribe…
Intentando recordar algunas palabras de Ana Maria, Matute, esta otra escritora parece seguir el pensamiento de Duras, cuando apunta que la verdadera literatura es triste, porque triste es la vida. Que la literatura intenta presentar esa realidad de una forma distinta, pero no por ello menos triste. Pero henos aquí ante una paradoja. Si el arte es esencialmente una experiencia estética, y si la estética se refiere a la percepción y creación de la belleza, ¿cómo lo triste puede ser bello?
La obra máxima de la literatura latinoamericana es para muchos El llano en llamas (1953), de Juan Rulfo. Este autor, tan solo escribió dos obras. Con eso bastó. Eso fue suficiente para abarcar la realidad no en extensión, sino en profundidad. Nadie medianamente sensible o informado, puede negar que la obra de Rulfo, difícilmente puede excluirse de dos adjetivos aparentemente incongruentes, el de ser una obra bella, y el de ser una obra triste. Que nos habla de la tristeza. Por su parte, el antecedente literario de la obra de Rulfo, Cuantos de Barro (1934), del salvadoreño Salarrué, es después de tres cuartos de siglo, la obra cumbre de la literatura de este país centroamericano. Ambas, aquella y esta, consideradas por Augusto Monterroso, los cuentos más tristes de Latinoamérica.
Muy particular recordar, que la novela The Road, del norteamericano Cormac Mc Carthy y que ganara el Premio Pulitzer el año recién pasado, es una fatídica historia, en un mundo en destrucción, en caos, eso que de forma tan simple algunos llaman futurista. Más atrás en el tiempo, Las uvas de la ira, (1039) de John Steinbeck es por su parte una de las mejores novelas en lengua inglesa del siglo veinte y una mas, de ese siempre triste paisaje humano al que Steinbeck dedico su vida.
No podemos olvidar, The Old Man And The Sea (El viejo y el mar) publicada en 1952 por Ernest de Hemingway, una de las historias más hermosas de la literatura universal, y que Vargas Llosa destaca por su llamado a la compasión. Sólo lo triste te arrastra a la compasión. La soledad de Santiago, su lucha y su triunfo, es una bellísima historia humana eternizada.
Y los cuentos de Wilde, como El príncipe egoísta o El ruiseñor y la rosa, ¿no son en su esencia tristes? ¿Y que son Los miserables entonces, o Los Hermanos Karamazov? Tan sólo historias tristes, hermosamente tristes.
La tristeza nos necesita, la literatura debe llamar la atención sobre la tristeza, nos dice nuevamente Matute. Pues el compromiso del escritor es el compromiso con lo verdadero, con lo bueno y con lo bello".

Jorge E. Castellón

Ignacio G.R: Gavilán dijo...

Muchas gracias Octavio, es un artículo fantástico. Y la frase de Duras "La alegría no nos necesita" es un prodigio de concisión y acierto.

Maribel Romero dijo...

Yo creo que nos sentimos más identificados con lo triste, lo melancólico, las situaciones límite... Lo alegre sólo sirve para que nos riamos y pasemos un buen rato; lo dramático nos hace solidarios, saca de nosotros nuestro lado más humano, nos sacude los sentimientos y los pone a funcionar.
Diría incluso que tiene más valor literario una obra dramática que una cómica (aunque la segunda sea una verdadera obra de arte). Así es la cosa.

Ignacio G.R: Gavilán dijo...

Es curiso, Maribel el que, probablemente,. como dices, nos identifiquemos más con lo triste. Sin embargo creo que eso es en el campo literario, en la vida real creo que nos atrae mucho más lo alegre y optimista. ¡ Hay que ver cómo somos ! :-)

@scen dijo...

Yo no quisiera discrepar, pero hace mucho tiempo que evito la tristeza en la medida de lo posible y así es que no leo libros tristes si puedo evitarlo.

Siempre que leo es para evadirme, para pasarlo bien, para reirme o entretenerme. Bastantes tristezas y penas nos trae la vida sin que vayamos a buscarlas.

Quizá la alegría no nos necesite, pero yo sí necesito a la alegría.

Besos.

Ignacio G.R: Gavilán dijo...

Bueno @scen, está bien que haya discrepancias :-).

¿ Te resulta fácil encontrar libros alegres ? Tengo curiosidad por saber algunos, por ejemplo de los últimos que hayas leído.

Octavio dijo...

Ignacio, es muy apropiado "Alicia en el país de las maravillas". El único problema es que, al final, Alicia se despierta.

@scen dijo...

Uno de los último libros que he leído ha sido "Crónica del rey pasmado" y la verdad es que lo he encontrado muy divertido. De este autor también leí "Filomeno a mi pesar" y creo que ambos, sin ser libros de risa, son alegres.
También me gusta Eduardo Mendoza ("Sin noticias de Gurb" me parece una obra de arte) y de ese tipo de humor entre lo absurdo y lo genial "La Conjura de los Necios" me parece el sumum. Aunque mi hermana dice que cada vez que lo lee le parece más trágico que cómico.
De todas maneras no sólo me gustan los libros cómicos, me gustas los de aventura, misterio, ciencia ficción...
Quizá es que la lectura que escojo es algo superficial y no profundiza en el interior de las personas, pero es que, tal y como dije, yo sólo leo para entretenerme y pasar un rato divertido.
No obstante, quiero decir que también leí -hace ya muchos años- "El Viejo y el Mar" y es un libro que me gustó muchísimo y aunque no lo calificaría de alegre, no me pareció especialmente triste. Quizá es que yo era muy joven y por tanto más inmune a la tristeza que ahora, que voy camino de ser una venerable anciana. :)

Besos.

Ignacio G.R: Gavilán dijo...

Buena lista, @scen.

'Filomeno a mi pesar' si me lo leí y lo recuerdo como irónico y que me gustó. Y el de Gurb también lo he leído, pero la risa me duró unas pocas páginas; luego me aburrió. La verdad es que Mendoza nunca me ha acabado de enganchar.

Me he apuntado para futura lectura 'La conjura de los necios' que más de un vez me ha rondado por la cabeza y tras tu comentario ya no puedo ignorar.

Bueno, algún rayo de luz se filtra entre las sombras :-)