Existen libros especiales, libros que nos dejan una marca que va más allá de su calidad, de su historia o de sus méritos intrínsecos, libros que por algún motivo conectan con nuestros sentimientos y circunstancias, que nos marcan, que resultan memorables.
Encuentro, en esa línea de pensamiento y en el posfacio que Natalia Ginzburg dedica a 'Un matrimonio de provincias' que ya mencionábamos en el artículo 'El legado de un buen libro', esta apasionada y acertada declaración:
"Pienso que en la vida de cada uno de nosotros existe un libro que...de pequeños no nos limitamos simplemente a leer, sino que inspeccionamos y rebuscamos en cada uno de sus rincones como si de una habitación se tratara. Un libro así, rebuscado como una habitación, escrutado e interrogado como una cara en cada rasgo y arruga, nunca podremos juzgarlo como se juzga un libro, porque para nosotros ha abandonado la zona de los libros y ha pasado a vivir la zona de la memoria y de los afectos."
He podido sentir, en efecto, esa sensación que Natalia Ginzburg describe.
Puedo recordar al menos tres libros, leídos en la infancia o adolescencia, que adquirieron esa carácter de especiales, memorables, más allá del bien y del mal literario. Recuerdo libros como 'Seis chicos malos' de Enid Blyton, 'Edad prohibida' de Torcuato Luca de Tena o 'La dama del alba' de Alejandro Casona, libros en que ya me resulta difícil valorar su calidad literaria, en que simplemente no quiero hacerlo, porque me causaron, por el motivo que fuese, un impacto especial, porque han perdurado en mi memoria a lo largo de los años con más fuerza y presencia que otros libros, otros libros seguramente mejores, probablemente mucho mejores, que he leído años después, pero que no generaron la misma conexión, la misma emoción, la misma memoria.
No creo que existan factores comunes. Creo que se conjugan la oportunidad, el contexto y la disposición de ánimo particulares de cada persona, de cada lector, y todo ello crea esa magia especial que perdura en la memoria y en el afecto.
Un libro marcó a Natalia Ginzburg; tres libros he mencionado yo. ¿Qué libros ocupan un lugar especial en tu memoria y tu afecto?
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