Este verano se me ocurrió preguntarme cuántos libros es posible que lea en lo que me que me pueda quedar de existencia, cuánta lectura me puede restar por disfrutar.
Me centré en la lectura de ficción, en la literatura por excelencia, apartando ensayos y lecturas profesionales, y me hice unas rápidas hipótesis. Lo que ese análisis fugaz me indica es que, suponiendo un ritmo de lectura similar al que he mantenido en los cinco últimos años, y con una estimación de esperanza de vida algo conservadora, el número de libros que me queda por leer se recoge en una cifra muy redonda: mil, mil libros.
Hace unos minutos he hecho un recuento rápido y aproximado de los libros de ficción leídos hasta la fecha. Y la cifra es también bastante redonda: aproximadamente quinientos.
Comparando ambas cifras, puedo pensar que me queda muchísimo por leer y descubrir, que apenas he leído una tercera parte de mis lecturas potenciales. Y esto no deja de ser una perspectiva agradable.
Sin embargo, cuando pienso en lo que son mil libros, comparados con toda la riqueza de la literatura universal; cuando pienso en cuántos autores aún no he leído, cuántas obras maestras no han pasado aún por mis manos; cuando imagino cuantos nuevos escritores y cuántas nuevas joyas literarias pueden sumarse a esta larga lista de libros que sería interesante leer ... debo forzosamente concluir que mil libros son muy pocos, que apenas me dará tiempo a disfrutar de un mínimo conjunto de lo que las letras nos ofrecen, que siempre será mucho más lo pendiente que lo leído.
Y esto constituye un acicate para ser selectivo en el proceso de decidir libros y lecturas, en escoger escritores y obras. Y también un aldabonazo, una llamada a prestar atención y dar valor a cada lectura que efectúe por lo que de escaso y precioso tiene ese acto de leer.
Probablemente, dentro de un rato continúe con la novela que tengo entre manos. Y le prestaré atención, mucha atención, porque cuando acabe con ella, sólo me quedarán, aproximadamente, novecientos noventa y nueve libros por leer.
sábado, 26 de septiembre de 2009
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5 comentarios:
No sé dónde, pero creo que ya hemos hablado más veces de este tema. No te comas el coco; es imposible leerlo todo.
Pero vete haciendo hueco para un libro que saldrá en Noviembre. Es de un autor "cojonudo".
El que avisa no es traidor.
Saludos.
Si, si, para ese autor ya he reservado uno de los 999 espacios restantes. Tengo muy buenas referencias :-)
Es curioso que este tema nos agobie tanto. Yo dediqué una entrada a los libros que no he leído y que quizás no lea nunca. ¿Cuáles son los libros imprescindibles? Difícil ¿verdad?
Creo que hay que tomarse la lectura con cierta calma, sin demasiada planificación, al menos yo funciono así. Me da la vena y devoro libros, uno tras otro, y después necesito una desintoxicación literaria y no quiero ver un libro ni en pintura.
Pero ánimo, a ti sólo te quedan novecientos noventa y nueve.
Saludos.
Me encanta tu reflexión, pero si yo tuviera que hacerla y contar los libros que me quedan por leer, creo que me agobiaría de tal forma que empezaría a leer como una loca y dejaría de disfrutar de la lectura.
Mejor tomárselo con calma.
Besos. :)
Maribel, @ascen: yo no percibo este tema como un agobio. Para mí es sólo una curiosidad. A lo mejor lo que pasa es que, por mucho que me gusta la literatura, mi cabeza de ingeniero tiene que asomar por alguna parte, y necesita algún número de vez en cuando :-) :-) :-)
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