viernes, 30 de diciembre de 2011

Lecturas para una crisis: las lecturas de 2011

Y no se trata tan solo de una crisis económica que, por supuesto, es innegable, sino también una crisis literaria y de lectura.

2011 ha sido para mi el año más bajo en cuanto a cantidad de lecturas de carácter literario en quizá una década. He leído menos narrativa, no he leído poesía y sólo un par de ensayos. Confluencias de multitud de actividades diversas así como intereses en conflicto (incruento, eso sí) explican parcialmente esta crisis de lectura.

Aún así, un buen ramillete de libros leídos, algo más de una veintena, adornan este año de crisis. Vamos allá.

NARRATIVA
Aunque es el género literario que más he consumido, también la narrativa ha sufrido un notable descenso respecto a años precedentes, especialmente en el último tercio del año.

Los libros que he leído en este apartado, en orden cronológico, son los siguientes:
  • Uno, ninguno y cien mil (Luigi Pirandello)
  • Dublinesca (Enrique Vila-Matas)
  • Azul serenidad o la muerte de los seres queridos (Luis Mateo Díez)
  • De qué hablo cuando hablo de correr (Harumi Murakami)
  • Nieve en otoño (Irène Némirosvski)
  • Emaús (Alessandro Baricco)
  • El inmoralista (André Gide)
  • Un matrimonio de provincias (Marquesa Colombí)
  • La cripta de invierno (Anne Michaels)
  • Leche derramada (Chico Buarque)
  • Viaje de invierno (Amélie Nothomb)
  • La delicadeza (David Foenkinos)
  • El peso de la mariposa (Erri de Luca)
  • La acabadora (Michela Murgia)
  • Sonata para Miriam (Linda Olsson)
  • El viejo juez (Jane Gardam)
  • Viaje a la Alcarria (Camilo José Cela)
  • Zalacaín el aventurero (Pío Baroja)
  • La sombra del ciprés es alargada (Miguel Delibes)
  • Sukkwan Island (David Vann)
  • El violín de Auschwitz (Maria Ángels Anglada)
  • La conquista del aire (Belén Gopegui)
No ha sido un año de grandes descubrimientos, cambios de estilo o aficiones. Sigo cultivando sobre todo una novela centrada en el ser humano, su psicología y sus sentimientos más que en relatos de acción, y alternando los clásicos más clásicos, especialmente de la literatura española (Pío Baroja, Delibes o Camilo José Cela) con autores, modernos o antiguos, que voy descubriendo por referencias o por tropezármelos en las librerías (David Vann o Maria Ángels Anglada por poner dos ejemplos).

Este año me cuesta definir el pódium de los tres mejores libros para mi gusto que he leído.
Como mejor libro de 2011 creo que me voy a quedar con El violín de Auschwitz de María Ángels Anglada. Un libro corto, delicado, pero intenso en cuanto a sentimientos. Un libro que descubrí por una recomendación de alguien cuyo consejo literario vale la pena seguir y que leí con enorme placer de un tirón en una tarde veraniega.

Valioso, tanto por lo literario como por su mensaje de fe, superación y humanidad.

En segundo lugar sitúo Azul serenidad o la muerte de los seres queridos de uno de mis autores más apreciados, el leonés Luis Mateo Díez. Un libro también profundo e intenso emocionalmente, a caballo entre la narración, las memorias y la poesía. Una lúcida reflexión o, si se quiere, recreación, del dolor y anonadamiento que sigue a la muerte de familiares y otros seres cercanos y queridos.

Para finalizar, y aunque debo apuntar que el desenlace desluce un poco el resto de la obra, me quedaré con La cripta de invierno de Anne Michaels, una novela de compleja construcción en que, en escenarios exóticos y de claro sabor histórico, se desarrolla la relación deu na pareja romántica pero al tiempo intelectual, compleja y, de nuevo, de mucha profundidad. Podría quitarle el puesto El viejo juez, de Jane Gardam...pero dejémoslo así.

ENSAYO
Aunque en el apartado de ensayo siempre el número de libros es escaso, este año se reduce sólo a dos, aunque bien es cierto que existen muchas lecturas más relacionadas con el mundo de la empresa y que recojo en otro blog, que se solapan en algunos casos con este apartado de ensayo y que podrían engordarlo en buena medida. Me quedo, no obstante, sólo con estos dos para este blog dedicado a literatura, ciencia y humanidades:
  • Y el cerebro creó al hombre (Antonio Damasio)
  • Redes complejas (Ricard Solé)
No parece que con una muestra de sólo dos libros tenga sentido seleccionar el mejor. Así que sólo diré que ambos son muy buenos y profundamente recomendables aunque debe saberse que ambos son de carácter científico, no literario ni propiamente humanístico. El primero, del campo de la neurociencia, explora cómo pudo surgir la conciencia a partir de la fisiología del cerebro y las neuronas. El segundo, en el ámbito de la teoría de la compeljidad y las redes, introduce algunos resultados y aplicaciones de esta teoría de la complejidad en campos tan diferentes como las redes sociales, la epidemiología o la ecología. Si tuviera que decantarme por uno de los dos, lo haría por éste último, Redes complejas de Ricard Solé, por ser, quizá, más sorprendente y, sobre todo, por tener un carácter divulgativo que lo hace, al contrario que el Antonio Damasio, fácil de leer y entender.

En otro de mis blogs, Blue Chip, y por si te resulta de interés, podrás encontrar, amable lector, el listado y valoración de mis lecturas en los campos de la tecnología, la empresa y temáticas afines.

Y este es, en fin, el balance de mis lecturas de 2011. Lecturas para una crisis y crisis de lecturas, pero aún así interesantes, enriquecedoras y fructíferas.

¿Qué nos traerá consigo 2012?