sábado, 21 de febrero de 2009

Por las ramas: el valor de digresiones y excursos

En mi lectura actual de la novela 'Vida y destino' del autor Vasili Grossman, encuentro que con cierta frecuencia recurre a la realización de digresiones diversas. Las últimas que recuerdo han sido sobre el sentido del bien y del mal y sobre el antisemitismo. Digresiones y excursos que, en ocasiones, ocupan un capítulo completo. Pensamientos que a veces vienen expresados por el narrador y en otras ocasiones son reflexiones de un personaje pero que, en cualquier caso, nos trasmiten claramente la opinión del autor sobre esos temas. Digresiones y excursos que, por lo demás, son muy interesantes y valiosos.

Por recordar algún otro ejemplo en que las digresiones están al mismo nivel, quizá incluso por encima del valor de la acción narrativa, recordaría a Marcel Proust y su 'En busca del tiempo perdido' donde, al menos para mi gusto, lo mejor no es la acción en sí, sino la calidad de la prosa y, sobre todo, esas digresiones, esas reflexiones entreveradas en el desarrollo del discurso narrativo, tan incisivas, tan agudas, tan provocadoras de una respuesta reflexiva e inteligente en el lector.

A veces las digresiones y los excursos pueden ser, simplemente, un irse por las ramas, una forma de hacer relleno para completar textos vacíos. Pero hay otros casos en que, por el contrario, añaden sentido y profundidad y dejan más huella en el lector que las peripecias de los personajes. Probablemente, depende de la calidad no solo narrativa sino también intelectual del que escribe.

Un recurso, pues, para escritores inteligentes y con ideas...y probablemente, un recurso valorado también por lectores inteligentes que buscan algo más que diversión en la literatura.

domingo, 8 de febrero de 2009

La chispa

Este fin de semana he visto, no sin cierto esperanzado asombro, cómo mi hija dejaba de lado otras diversones como la televisión o la consola, para enfrascarse en la lectura de 'Crepúsculo', la primera entrega de la saga de moda entre adolescentes y preadolescentes. Me cuenta que algunas compañeras de clase, en el recreo, en lugar de jugar o charlar, se dedican a leer los libros de esta colección.

Y pienso en lo bueno que es esto, que existan esos libros que enciendan la chispa, que animen a los jóvenes a una actividad, la lectura, que seguramente hasta entonces, hasta el descubrimiento de estos libros iniciáticos, les parecía una actividad aburrida o, incluso, intimidatoria.

No creo que a estas alturas importe demasiado si estos libros ofrecen buena o no tan buena literatura. Lo importante, me parece, es esa primera chispa, ese descubrimiento, el entender la riqueza de eso que los especialistas han dado en llamar los mundos posibles que se esconden tras las páginas de los libros.

Casi todas las generaciones han disfrutado de sus 'libros chispa'. Todavía no se han apagado los ecos de la reciente saga de Harry Potter que ha impulsado a tantos niños y jóvenes de todo el mundo a la lectura. En mi generación, a muchos la chispa nos la encendieron los libros de la inolvidable Enid Blyton.

No importa mucho cuáles sean. Lo importante es que existan, que enciendan la chispa. Luego veremos cómo alimentar el fuego...